Crisis Covid19 con las personas sin hogar – Entre hoy y mañana

Tras 5 semanas de confinamiento, a causa de la pandemia del COVID 19, seguimos trabajando y acompañando a las personas que al comienzo de esta crisis estaban en situación de sin hogar y que desde el día 14 de marzo permanecen en los centros de atención de la Red FACIAM.

La incertidumbre, la tensión, los miedos y la inseguridad de los primeros días va dando paso a la resistencia, y el ánimo mantenido día a día, en el convencimiento de que hemos superado los peores momentos en la crisis sanitaria.  Los equipos acusan mucho cansancio, pero siguen manteniendo el ánimo en la tarea. Desde los centros y recursos de la red en diferentes ciudades, Madrid, Oviedo, Gijón, Zaragoza,…las palabras cansancio, resistencia, incertidumbre, reinventarse, acogida,  protección, ánimo, podrían ser las palabras clave en estos días.

El esfuerzo de estas semanas por actualizar, instrucciones, recomendaciones, protocolos de todo tipo, se ha compaginado con el trabajo diario de atención a las personas para concienciar, proteger, conservar la convivencia y, por supuesto, con la aplicación de las medidas higiénicas y el seguimiento sanitario.  Con el ánimo fuerte y el agotamiento de esta “calma tensa”, esta situación conlleva una reflexión constante sobre lo que hacemos, cómo lo hacemos, qué papel jugamos…Es un momento importante para cuidar, pero también para cuidarnos trabajadores y voluntarios construyendo fraternidad.

El tiempo pasa en estar ocupados, en organizarse para reforzar la limpieza, organizar las comidas, y otras logísticas. También se programan actividades de carácter lúdico, musicales, deportivas,.en la medida que se puede, en el mejor de los casos si hay patio. Televisión y juegos de mesa con la inevitable y continua conexión wifi.  El móvil nos mantiene conectados al mundo exterior, como a todos, en estos momentos. Los jóvenes han reforzado la ausencia estos días del voluntariado más mayor que se ha retirado para protegerse. La vida virtual se extiende también a la acción del voluntariado, acompañar en grupos de whatsapp, y  clases online, para continuar con la formación en la que algunos estaban.

Entre la incertidumbre y la esperanza

La evolución de los acontecimientos y la perspectiva del panorama económico y social que tras el confinamiento vamos a encontrar, está generando un desánimo general en las personas acogidas. Quienes que se encontraban en búsqueda activa de empleo se preguntan qué ocurrirá con e el previsible parón que esto provocará. Se dan situaciones de cansancio y ansiedad y a pesar de ello y del sufrimiento que esto comporta, hay que destacar también la actitud es de colaboración e implicación.  Hay que comprender las incertidumbres que albergan sobre qué será de sus vidas, si podrán acceder a recursos de alojamiento, con el miedo de que si contraen la enfermedad, qué va a ser de ellos, sin poder “ganarse la vida”, en una mezcla de resignación y esperanza.

La preocupación para afrontar y resisitir al coronavirus, va dando paso a la preocupación por el futuro más inmediato, Todo lo relativo al futuro de las personas por las que trabajamos y a las que acompañamos.

Cuando se levante el estado de alarma, nos preocupan los planes que se han quedado parados y que no sabemos cómo se podrán reanudar, cómo quedará la situación en cuanto al empleo, en la vivienda, las prestaciones económicas…

Queremos seguir en nuestra misión, queremos seguir acogiendo personas, pero tendremos que ver la manera de realizarlo y de adaptarnos a las medidas que se tomen desde las Administraciones. Por el momento, esta situación nos ha exigido un esfuerzo de atención de 24 horas en los recursos de alojamiento que está poniendo al límite los recursos humanos y  económicos. El futuro funcionamiento de nuestros centros sobre los que se prevén cambios nos requerirán estar preparados para afrontarlos.  La pandemia nos hará revisar y evaluar muchos factores para reconducir la viabilidad y sostenibilidad de los Centros en el caso de tener que afrontar otros episodios epidémicos.

Nuevas situaciones de pobreza

A futuro se van a presentar o visibilizar, nuevas situaciones de pobreza, la zona de exclusión se hará más amplia y más personas, van a necesitar apoyos sociales. También estamos atentos a cómo va a afectar esta situación a las personas que atendemos y que necesidades derivadas de esta situación vamos a tener que afrontar. Esto va a exigir que cambien los modelos de intervención, las respuestas que ofrecemos para que no se queden personas fuera de la red de atención.

Nos preocupan las personas que aún quedan en la calle y las otras formas de estar sin hogar que ahora se visibilizan más, aunque ya existían: personas que no pueden volver a su habitación tras el alta hospitalaria, personas que vivían en pensión y que han tenido que abandonarla porque la cerraban, mujeres trabajando como internas que tampoco han podido recuperar sus trabajos tras el alta, demasiadas situaciones. Personas en infravivienda, que tienen “casa” pero no hogar… personas viviendo en habitaciones sin derecho a cocina, en trasteros, locales sin servicios básicos, viviendas ocupas…

La vuelta a la “anormalidad”

Cuando llegue el final de la crisis, nuestra gran preocupación está centrada en la desescalada y vuelta a la “normalidad”. Suponemos que la salida de los centros de confinamiento de las personas sin hogar tendrá que realizarse de manera coordinada con un decalaje progresivo de salidas de centros y siguiendo rigurosamente normativas sanitarias. Habrá que salir del confinamiento de forma gradual. tendremos que ir dando entradas nuevas, normalizando la vida, de nuevo, las actividades, los acompañamientos…pero la incertidumbre es mucha.

Pero sobre todo, queremos que esta pandemia deje al menos algo bueno, un cambio de prioridades, un cambio de mirada, una parada en la carrera hacia los beneficios económicos, una decisión firme de cuidar el planeta, una apuesta por que todos los que formamos esta sociedad tengamos derecho a una vida digna, al reparto de la riqueza, a una renta, un sistema sanitario fuerte, un sistema educativo que nos ponga a todos en la misma línea de salida, a tener un espacio digno para vivir, que no tener un empleo no te impida ser parte  la sociedad.

No queremos volver a la normalidad de creer que sea inevitable la pobreza, que sea inevitable que haya personas sin hogar. No queremos volver a la normalidad. Queremos la “anormalidad” de que sea posible: Nadie sin Hogar.

 

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